Marcha contra el cáncer
Marcha contra el cáncer
El 22 de octubre
se celebra en mi ciudad natal la marcha contra el cáncer. Por un módico precio
de diez euros uno se puede inscribir y recorrer los cinco kilómetros de
distancia para apoyar esta noble causa. Me imagino que los fondos recaudados en
el evento se destinan a la investigación para conseguir paliar esta enfermedad
que se expande de forma galopante en nuestra sociedad. Da igual la edad, el
sexo, la situación económica, laboral o social. No se ve venir, aparece de
forma repentina y se instala en los hogares de cualquier familia sin avisar.
Muchos tenemos
un padre, una madre, pareja, hermano o hermana, amigo o amiga que la ha
padecido o la está padeciendo. Son ellos los que realmente desempeñan a diario
una marcha contra el cáncer. Un trayecto admirable, lleno de esfuerzo tanto
físico como mental, pensamientos, esperas, recaídas, esperanzas, miedos,
frustraciones y un sinfín de emociones que los convierte en verdaderos ejemplos
de superación. Nadie les ha enseñado en el colegio ni en la universidad a
prepararse para semejante situación. Todo lo tienen que ir aprendiendo por el
camino, a medida que los obstáculos van apareciendo en esta carrera sinuosa.
Unos tienen la
suerte de dejar atrás esta pesadilla, pero muchos otros se encuentran atados a
la enfermedad de forma crónica hasta el final. Las plantas de oncología de los
hospitales están llenas de personas que se están tratando con la esperanza de
pertenecer al primer grupo. Sus miradas lo dicen todo: ¿por qué yo?
Cada semana
cuando entro en la planta y me cruzo a muchos de estos pacientes, les observo
con respeto y les transmito con la mirada mi sincera admiración. Cada día,
cuando miro a los ojos a mi compañero de vida, le digo sin palabras: «No estás
solo. ¡Vamos! Seguimos juntos en esta marcha contra el cáncer».
Comentarios
Publicar un comentario