Migraciones del alma: aprendiendo de la naturaleza
Lo han vuelto a hacer, sin faltar a la cita. Como cada
febrero, fieles a sus costumbres milenarias, estas magníficas aves migratorias
han sobrevolado las altas cumbres pirenaicas e iniciado su ruta hacia el norte
de Europa. Miles de kilómetros después, llegarán a tierras nórdicas, donde
pasarán la temporada cálida, cantando y danzando sobre los mágicos lagos
escandinavos. En este territorio de cría permanecerán ocho o nueve meses, hasta
que el otoño empiece a refrescar, allá por octubre, y reanuden su vuelo
migratorio hacia el suroeste de Europa y el norte de África.
Una fría y soleada mañana de febrero, hace casi tres décadas, una pequeña muestra de este movimiento migratorio sobrevoló a la pareja
enamorada. Unidos por una atracción inexplicable y un profundo sentido del
compromiso, inmortalizaron aquel momento en compañía de familiares y amigos.
Las blancas y majestuosas montañas pirenaicas fueron testigos de esa escena
fascinante, impregnada de un encanto que les acompañaría toda la vida.
Las aves son seres extraordinarios. Nos transmiten
infinidad de mensajes al observarlas, aunque a menudo pasen desapercibidos. A
veces nos cuesta entender lo que ocurre a nuestro alrededor. Nos enfadamos por
lo que nos molesta, nos incomoda. Pensamos que la vida es cruel con nosotros.
Sin embargo, la vida sigue su curso. La naturaleza nos muestra su verdadero
sentido, aunque con frecuencia nos empeñemos en ignorarlo.
Aquella mañana de febrero, el vuelo de las grullas sobre
la pareja recién casada pareció una señal misteriosa. Con el tiempo, tras
asentar su relación y formar una preciosa familia en tierras pirenaicas, el
destino les llevó a seguir este mismo trayecto migratorio, al menos una vez al
año, durante los últimos doce años de su vida juntos. Ese viaje les otorgó una
riqueza cultural y una apertura de mente que jamás hubieran imaginado. Vivir
entre dos culturas, dos nacionalidades, dos idiomas y dos formas de ver el
mundo podría haber resultado incómodo. Sin embargo, encontraron el equilibrio
y, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en una forma de estar mejor en el
mundo, de relacionarse con los demás, de crecer como personas y de inculcar
valores esenciales a sus tres encantadores hijos.
Pero aquella savia que tanto les había nutrido no podían
guardársela solo para ellos. Así nació el proyecto: La ruta de las grullas.
El intercambio de experiencias entre dos grupos de
mujeres, uno en la Jacetania y otro en la región sueca de Småland, superó todas
las expectativas. La literatura está llena de historias que entrelazan las
vidas de mujeres, pero este proyecto no era una fantasía. Las ocho mujeres que
participaron tuvieron la oportunidad de observar a estas aves migratorias,
hablar sobre sus hábitos y su forma de vida. Pero, más allá de eso, se
conocieron, se comprendieron y se reconocieron en las otras. Los diferentes idiomas
no fueron una barrera: entre el inglés, el español, el alemán e incluso el
lenguaje corporal, lograron entenderse.
Las vivencias en Småland y en el Pirineo confirmaron la
intuición de aquella pareja enamorada: las fronteras solo existen en nuestras
mentes. Las personas, sin importar nuestro origen, nuestro entorno o nuestra
cultura, compartimos las mismas inquietudes y estamos destinados a entendernos.
Los pocos magnates y poderosos de este precioso planeta,
lamentablemente, se empeñan en dividirnos, en enfrentarnos. Pero el resto, que
afortunadamente somos muchos más, solo tenemos que detenernos, observar la
naturaleza, comprender su mensaje y actuar en consecuencia. Las grullas nos lo
recuerdan cada año.
Es increíble como tienes el don de transmitir tanto en tus letras. Nunca dejes de escribir querida amiga, porque lo que haces tiene el poder de tocar vidas y de hacer que el mundo sea un lugar más cálido y humano. TQM.
ResponderEliminarSiempre tan generosa, me alegro de que te haya gustado. Yo también TQM
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