Escribir para comprender y acompañar.
A lo largo de la historia, miles de mujeres han tomado la palabra no para
reclamar protagonismo, sino para dejar constancia. No eran escritoras
profesionales, no tenían estudios literarios ni editoriales que las
respaldaran. Eran madres, hijas, cuidadoras, trabajadoras. Y un día sintieron
la necesidad de escribir. ¿Por qué lo hicieron? Tal vez porque descubrieron que
la memoria, si no se pronuncia, se desvanece. Tal vez porque comprendieron que
el dolor pesa menos cuando se nombra, y que la esperanza crece cuando se
comparte.
Escribir desde la experiencia personal no es un acto de vanidad, sino de
supervivencia emocional. Es decirle al mundo: “Yo he pasado por ahí. Si tú
también estás en ese camino, aquí tienes mis palabras como compañía.”
Escribir no para destacar, sino para tender la mano.
Con ese mismo espíritu nació mi primer libro, Senderos de Esperanza.
Reflexiones de una montañesa en la travesía de los cuidados. Empecé a
escribir un diario sin grandes pretensiones, simplemente con el impulso de dejar
un testimonio sobre lo que iba aprendiendo mientras acompañaba en procesos de
fragilidad y enfermedad. Nunca imaginé que
aquel pequeño libro cruzaría tantas fronteras. Su dimensión internacional, al
traducirse al inglés y al sueco, ha
hecho que llegue a lectores que nunca conoceré y se ha convertido, además, en
una herramienta solidaria al destinar sus beneficios a la Asociación Española
Contra el Cáncer y a la Cruz Roja Española, en sus asambleas jacetanas. Que mis
palabras pudieran transformarse en ayuda real fue, y sigue siendo, una de las
mayores recompensas que puede recibir una autora.
Hoy, después de un año, vuelvo a publicar, y lo hago con Huellas VIVAS.
Un viaje entre la ausencia, la memoria y la búsqueda, muy pronto disponible
para quienes quieran recorrerlo conmigo. Este nuevo libro nace de una necesidad
más profunda: la de volver al pasado para recordar quién soy, cuáles son mis
raíces, de qué tierra emocional estoy hecha. Es un diálogo constante entre lo
que fui y lo que aún busco. Camino hacia atrás para poder seguir caminando
hacia adelante.
Porque aunque la ausencia pesa, no me detiene. Camino sin un horizonte del
todo claro, pero con la certeza de que cada paso que doy —cada recuerdo que
convoco, cada palabra que escribo— me sostiene. Huellas VIVAS no es solo
un libro sobre lo perdido, sino sobre lo que permanece. Sobre esa búsqueda
silenciosa que hacemos quienes seguimos andando aun cuando el mapa ya no
existe.
Podría callarme. Podría guardar para mí todo lo vivido. Pero siento, más
que nunca, que escribir me calma, me da paz y, al mismo tiempo, es un acto de
servicio. Compartir nuestras huellas no solo honra el pasado, sino ayuda a
comprender lo que se está viviendo y, además, alumbra el presente de otros. Yo
escribo para recordar, para aprender, pero también —y sobre todo— para
acompañar. Porque mientras haya alguien dispuesto a leer con el corazón, mis
palabras seguirán caminando.
—
Inés Ponce Giménez
Huellas VIVAS estará
muy pronto disponible en librerías locales y a través de la web de la editorial:
Grupo Editorial Angels Fortune | Grupo
Editorial Angels Fortune
Agradezco
profundamente al grupo editorial Angels Fortune y a todo el equipo humano que ha acompañado
este proceso. Un libro nunca se escribe sola: también lo construyen quienes
creen en él antes de que exista.
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