SONRISA

 


Me encanta esta imagen. Refleja mi verdadero espíritu. Un espíritu inquieto, al que le gustan los retos y, por supuesto, superarlos. Cerca de la naturaleza, una naturaleza salvaje en su estado más puro. Caminando por las alturas, siempre pensando en volar alto, sintiendo el aire fresco en mi rostro y la sensación de libertad. Con una alegre sonrisa que refleja una actitud valiente, que bien se podría resumir, con esa expresión con la que le gusta describirme a un alumno mío: echá p’alante.

Otra alumna me recordaba hace unos meses, al finalizar el curso, todas las enseñanzas que había adquirido después de estar cuatro años en mis clases. Y poco tenía que ver con la materia que imparto. Parece ser que en algún momento me preguntaron en clase por mi permanente sonrisa y mi forma de ser tan alegre. Y esta alumna se acordaba perfectamente de mis explicaciones al respecto: mi caja de herramientas .

Y es que la vida para mí es eso. Cada día, cada etapa en la vida te plantea nuevos retos, como la propia naturaleza salvaje. El secreto, entonces, está en saber utilizar el artilugio adecuado para solventar las diferentes circunstancias que se van sucediendo. No es tanto lo que ocurre a tu alrededor, sino cómo tú lo afrontas y en qué grado permites que te afecte. Hay cambios que se producen en la vida que no los ves venir. A veces no se puede hacer nada, te vienen impuestos, son repentinos, y hay que convivir con ellos. Te generan una montaña rusa de emociones y tienes que navegar con cada una de ellas a medida que van apareciendo. Es allí cuando la caja de herramientas es superútil. Identificas la emoción y seguidamente buscas el utensilio que mejor se adapta para lidiar con ella. Lo que mis alumnos no saben es que el instrumento más poderoso que guardo en mi caja mágica es el contacto con ellos. Todo lo que me enseñan, la energía tan potente que me transmiten.

Empieza un nuevo curso y la semana que viene me los encontraré de nuevo. Ha sido un verano extraño, lejos de mis montañas, de esa naturaleza tan salvaje que me permite volar y empaparme de toda su magia. La tranquilidad y la paz de los entornos nórdicos que me rodean me permiten anclarme en el presente, recordar mi propósito en la vida y dejar ir lo que no puedo controlar.

El jueves 17 empieza un nuevo curso escolar, y, al igual que en la imagen que encabeza el escrito, levanto los pulgares, sonrío y pienso: «Vamos allá, vamos a darlo todo».

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