MICRORRELATOS



Desde hace unas pocas semanas me he iniciado en una nueva afición, animada por unos buenos amigos. Esta actividad me entretiene, me hace pensar, usar la imaginación, emplearme en el uso de las palabras y a través de la síntesis, contar algo significativo en pocas frases. 

Un microrrelato es precisamente esto, un tipo de texto narrativo extremadamente breve, generalmente de ficción, que condensa en pocas palabras lo necesario para causar al lector una impresión estética. Es importante jugar con el título, manejar bien la ambigüedad, calcular un buen giro final, que se respire tensión en la historia, pero sobre todo originalidad.

 A continuación adjunto algunos de los que he escrito estas últimas semanas para un concurso de la Cadena Ser. Todos tienen un máximo de cien palabras y empiezan por la úlima frase del relato ganador de la semana anterior. En algunos describo experiencias propias, otros son pura fantasía. Se puede observar la evolución en la calidad de los mismos, pero lo que me parece más interesante es todo lo que me aporta la propia actividad.


EL ÚLTIMO DESEO

Un eco lejano de clarines y trompetas resonaba al terminar la ceremonia de despedida. El acto solemne y emotivo hizo aflorar los sentimientos de todos los asistentes. El suave sonido del violín, en manos del jóven, dejó a todos los asistentes con el corazón en un puño nada más empezar. Después de la tradicional homilía ella tomó aire para bailar una jota. Una danza tranquila, al son del acordeón y el laúd acompañados por las castañuelas. Era el reflejo del inmenso amor y admiración que sentían hacia él. Ahora estaban tranquilos. Habían cumplido su último deseo.


LA FUNCIÓN

Unas decimillas de fiebre al entrar al camerino no le desviaron de su objetivo. La joven actriz se había preparado con empeño para esta actuación. No podía arruinar el estreno. La ilusión que sentía ocultaba sus nervios. El camerino estaba lleno de vida y movimiento. Las luces cálidas de los espejos que iluminaban el espacio, reflejaba el brillo de los maquillajes y los trajes coloridos colgados en percheros. Todo ese ajetreo amortiguó el sonido del cuerpo de la jóven al caer sobre la tarima. Cuando abrió los ojos, poco tiempo después, no sabía dónde estaba. Las luces le cegaban y las miradas le abrumaban. La función había terminado.


LA VERDAD

El tratamiento prohibitivo de mi nieto me tenía confundida. Todo el dinero que, en principio,  podría solucionar esta pesadilla no estaba dando resultado. Mis sospechas se extendían como sombras en un atardecer de verano. Era una intuición sutil, como un susurro en medio de la tormenta. En mi necesidad de averiguar la verdad, finalmente encontré las respuestas que anhelaba. La carta, que descubrí en su escritorio, me confirmó lo que ya sabía. ​La enfermedad no era solo física, sino también emocional. Ningún medicamento le podría sanar de esa sensación de soledad y abandono que le estaba consumiendo. Sus padres no habían entendido nada.


DECEPCIÓN

Ser útil me hace feliz. Durante mucho tiempo la felicidad era plena al ser tan solicitado. Había largas colas para cubrir infinidad de necesidades. Me deleitaba viendo cómo unos viajaban y enriquecían sus vidas, mientras otros permanecían imperturbables. Aunque el paso del tiempo no ha cambiado mi perspectiva, la frecuencia de mi júbilo ha menguado. Hoy, tras varias semanas, ha sucedido de nuevo. La magia ha regresado al acogedor rincón con estanterías de madera y luz cálida. La sonrisa de la joven me ha conmovido, pero la ilusión se ha desvanecido al descubrir que, tras hacerse la foto, me devolvería al olvido en la estantería.

MI LLAVE

Te puedes hacer de oro si encuentras la llave correcta. Hay llaves que te conducen directamente al éxito, solo tienes que saber cómo usarlas. Pero, ¿qué significa hacerse de oro, realmente? Tener un montón de posesiones y la cuenta corriente llena de ceros? O, ¿se puede sentir una rica simplemente valorando lo que tiene? Así me encontraba divagando cuando, de manera súbita, me vinieron a la cabeza las palabras de mi abuela. ¡Qué mujer más sabia! Siempre que necesitaba consejo recurría a ella y aún hoy, varios años después de su partida, sigo escuchándola. Miré por la ventana, agarré mi llave y sonreí.


ESPERANZA

Como desde los noventa, pienso. El mismo color verde pálido en las paredes de las salas, idénticos pupitres destartalados, incómodas sillas que cojean, escaleras de madera crujiendo a cada paso, la luz intensa de sus lámparas. ¿Cómo es posible?, me pregunto, después de más de 30 años. El paseo a vista de pájaro por el interior de mi antiguo instituto me deja impasible. Me cuelo en el salón de actos e, inesperadamente, despierto. En la pantalla proyectadas aparecen imágenes de otros tiempos, pero con protagonistas del sexo opuesto. En el escenario dos jóvenes hablan de artistas ignoradas. El público, atento y emocionado, emana esperanza.



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